En 2010, mientras servía en Afganistán, el cabo de los Estados Unidos Kionte Storey perdió su pierna en un IED. Una vez de vuelta en los Estados Unidos, Storey luchó contra el PTSD y la depresión mientras trataba de adaptarse a la vida como un amputado. Afortunadamente, encontró un método positivo para canalizar esos oscuros sentimientos: el alpinismo. Apenas dos años después de su lesión, en enero de 2013, Storey subió al monte Vinson, el pico más alto de la Antártida. Esa experiencia cambió su vida, y desde entonces, ha estado escalando montañas alrededor del mundo. Ahora en Ecuador, Storey está dirigiendo a un grupo de compañeros amputados en un intento de llegar a un volcán de casi 19.000 pies de altura. Su objetivo es concienciar a la ROMP, una organización que proporciona atención protésica y ortótica a las poblaciones mal atendidas.
Sin duda una extraordinaria historia de esfuerzo, superación y compañerismo.